lunes, 23 de mayo de 2011

Nadar contra corriente

El pasado viernes 20 de mayo del año en curso se hizo presente en el grupo una problemática a la que me parece que muchos maestros nos hemos enfrentado y que a mí me hace recordar lo ardua que se vuelve en ocasiones nuestra labor docente cuando hay acciones por parte de los padres de familia que obstaculizan el trabajo con el grupo.
Es difícil cambiar paradigmas y vencer resistencias a formas de trabajo y de convivencia diferentes. Ante las propuestas realizadas por la RIEB (Reforma Integral de la Educación Básica) hay una gran resistencia, sobre todo por padres de familia con esquemas de formación y funcionamiento tradicional. Analizando la situación, me parece que los papás que no aceptan los principios con los que se trata de trabajar con la RIEB (respeto de la libertad,  desarrollo de la autonomía, conviencia basada en la democracia, trabajo colaborativo, participación activa de los alumnos en sus procesos de aprendizaje y evaluación, trabajo a través de proyectos, de estudios de casos y de situaciones problemáticas) en realidad es porque se sienten confrontados, obligados a una participación más activa en la formación de sus hijos, su identidad se tambalea al tener que actuar bajo formas distintas de convivencia (democracia y respeto) y de aprendizaje (trabajo colaborativo). A esto, se suma el desconocimiento de las estrategias nuevas, lo que puede significar para ellos miedo y angustia ante lo desconocido.
Cuando acciones por parte de los padres se hacen presentes en el grupo, como: escuchar y creer que lo que su hijo dice es una verdad absoluta; decirles a sus hijos que si les pegan, peguen; consentir actitudes incorrectas como el mentir y generar chismes; tratarnos a los maestros como si  fueramos el adversario a vencer; querer que los escuchemos en el momento en el que ellos desean, sin concertar una cita para no faltarle al respeto al tiempo y espacio de trabajo del grupo; tratar a los maestros como si fueramos sirvientes que tienen que cumplir todos sus caprichos porque de lo contrario nos amenazan con tomar otras medidas y  el tratar de manera incorrecta a sus hijos, pero exigirnos a nosotros que no cuestionemos o corrijamos cualquier cosa incorrecta que su hijo haga.
Cuando yo me enfrentó ante cualquier situación anterior, como docente y ser humano es como si tuviera que nadar contra corriente, sentir una gran angustia ante el no poder moverme con facilidad, tener que intentar avanzar habiendo una enorme resistencia de por medio y al final un gran agotamiento.
Una vez pasado el agotamiento físico y mental porque le doy vueltas y vueltas al asunto; pero a veces con la emoción a flor de piel hay que esperar a que vuelva a uno la tranquilidad para poder analizar lo que está pasando y pensar en soluciones que permitan recuperar el bienestar de todo el grupo. Aunque a veces esto no es nada sencillo.

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