La actividad consistió en la lectura diaria en voz alta de uno de los capítulos del libro de "Charlie y la fábrica de Chocolate", hasta concluirlo, para después ver la película y hacer una comparación entre ambos.
Al principio, sólo la mitad del grupo se mostraban conectados con la lectura. Conforme fue transcurriendo el tiempo, observé que la totalidad del grupo estaba interesado y animado en seguir escuchando la lectura del texto. Finalmente, el grupo entero demandó vehementemente la lectura diaria de al menos dos capítulos.
Gratamente, esta lectura se convirtió en el momento más esperado del día, incluso por encima del descanso. Se hizo el momento de una plena conexión con el texto, con las emociones y pensamientos que la lectura despertaba en cada uno de nosotros.
Algunos alumnos realmente mostraban su proceso de identificación con alguno de los personajes del texto, y reflejaban en sus rostros la sorpresa, ante lo que ocurría a los personajes en la trama.
Una vez que finalizamos la lectura del libro, nos organizamos para la proyección de la película en el salón de clases. Ese día convertimos nuestro salón en una pequeña sala de cine, obscureciendo las ventanas con pedazos de tela y papel, colocando las sillas en un medio círculo, y compartiendo unas ricas palomitas.
Cuando terminamos de ver la película, procedimos a analizar juntos las semejanzas y diferencias entre el libro y la película, a partir de un cuadro comparativo.
Aunque la película les agradó mucho, los alumnos recordaban y resaltaban con ánimo los detalles que ofrecía la mucho más extensa y rica narración del libro.
Con la idea de seguir desarrollando el gusto, interés y hábito por la lectura en los alumnos, me dí a la tarea de ir a una librería para niños en donde me sugirieron seis libros. Seleccioné dos de ellos. Los llevé al grupo, les leí las reseñas de ambos y a través de una votación, seleccionaron el texto que estaremos leyendo durante marzo. Lleva por título: ¡Guácala! ¿Qué sorpresas y emociones nos deparará esta nueva aventura?