Reforma Integral de la educación básica
Diplomado para maestros de primaria: 2º. y 5º.
Módulo 4: Evaluación para el aprendizaje en el aula
Producto Decimosexto
Participante: Sandra Ivonne Sanabria Medina.
Introducción
La
elaboración de este producto implicó un análisis, no sólo de las lecturas
realizadas con relación a los tipos de evaluación (diagnóstica, formativa y
sumativa); sino el considerar nuestra experiencia con respecto a la evaluación
para en realidad reflexionar, más que en la medida, en la forma en que éstas
invitan a los alumnos y a los docentes a interactuar y fortalecer el
aprendizaje.
Reflexionamos
sobre el cambio que implica el pensar que la evaluación es un proceso en el que
hace falta promover en los alumnos la co-responsabilidad en el logro de
aprendizajes. Fortaleciendo la autoevaluación y la coevaluación.
Rescatamos
el valorar la evaluación como un proceso dinámico y formativo que contempla el
desarrollo de competencias no sólo en los alumnos, también en los profesores.
Ante
una realidad compleja, es entonces necesario pensar en la evaluación como un
proceso complejo que involucra el desarrollo de un pensamiento científico,
crítico y creativo.
PRODUCTO DECIMOSEXTO
HACIA UNA MIRADA DISTINTA SOBRE LA EVALUACIÓN
Evaluación: Proceso complejo, formativo, dinámico,
continuo y creativo en el que todos participamos
La evaluación es un proceso
complejo, que la mayoría de las veces se deja sólo como responsabilidad del
maestro, y es que, ¿cuántos de nosotros hemos desarrollado competencias para
evaluar lo que sucede en la familia, en el noviazgo, en el matrimonio, en el
trabajo, con los amigos, en distintas circunstancias o diferentes contextos?
Toda situación en donde hay interacción humana puede ser evaluada; pero ¿hemos
sido educados para ello? Quizá sea el momento de iniciar, ahora que vemos la
necesidad e importancia de involucrar a otros en el ámbito educativo, en
específico en la evaluación por competencias. Si evaluamos por competencias
estamos entonces reconociendo lo que verdaderamente las personas saben, logran
hacer y las consecuencias de ese hacer.
Hablamos de la evaluación
como un proceso complejo en el que hay que obtener información sobre diversos
factores que influyen en el logro de aprendizajes de los alumnos, entre los
cuales podemos mencionar: los niveles de desarrollo de las competencias de los
alumnos, la pertinencia y funcionalidad de las metodologías, estrategias y
recursos implementados por el docente, los procesos que se hacen presentes en
el trabajo grupal (comunicación, liderazgos, colaboración, ayuda mutua, etc.),
las prácticas y alcances de la escuela con relación a su visión y misión, entre
otros. La información obtenida sobre los diferentes aspectos, no puede quedarse
sólo en recabar ésta; requiere el análisis, interpretación y valoración de la
misma integrando conocimientos de diversas disciplinas que nos permitan decidir
y actuar sobre lo que ha funcionado o lo que se debe de mejorar o cambiar.
La evaluación como proceso
formativo y continuo se considera un
ejercicio constante, que influye de manera directa en la cotidianeidad, tanto
en nuestra forma de ser y conducirnos con los demás como en el ejercicio de
decisiones, en el ámbito educativo es importante considerar ¿qué evaluar? ¿para
qué evaluar? ¿con qué evaluar? Es
importante tener en cuenta al docente, las actividades, el proceso y al alumno
teniendo como objetivo los aprendizajes esperados tanto en lo individual como
en lo colectivo. Con respecto al para qué, de acuerdo a la RIEB sería la
evaluación de estos aprendizajes en la vida cotidiana, marcando la pauta para
observar que requiere el alumno y de esa
manera plantear las estrategias en el aula. Al hablar de con qué evaluar, existe una enorme gama de
posibilidades, que no se centran en un examen, nos ofrece varios instrumentos
como son: portafolio, rúbrica, listas de cotejo, escalas de valoración, registro
anecdotario, escala de actitudes, entre otras, que nos permiten trabajar en
contenidos y competencias. En un proceso de valoración cualitativa del avance y
logro de los alumnos tanto en las actividades como en la calidad de los
productos obtenidos, creando en el docente un espíritu de reflexión en la
práctica, tomando en cuenta los indicadores y en base a los logros permitir
conocer el avance tanto individual como grupal de los alumnos. En lo referente
a los productos no debe importar sólo la presentación, como lo de fondo, es
decir, que contengan elementos suficientes, formales y comunicativos que
permitan una comunicación eficiente y muestre que el alumno alcanzo los
aprendizajes. Evaluar la metodología exige superar nuestra postura tradicional
de dar la clase, y saber conducir a los alumnos para trabajar con las
competencias desarrollando mayores elementos que nos permitan trabajar de
manera conjunta desde el inicio hasta el final. Se debe estar consciente que
los cambios de actitud no se dan de un día para otro, ni entre los profesores
ni entre los alumnos, pero si realmente se quieren obtener mejores resultados
en los aprendizajes, desarrollar competencias, y revalorar el trabajo docente
es conveniente partir de la evaluación que es el momento de inicio y de
llegada.
Debemos considerar que los
estándares educativos nos permiten tener un referente necesario a alcanzar y
donde todos los actores educativos busquemos una mejora continua considerando
no solo una manera cualitativa, sino que estos estándares tengan un mejor
impacto reflejándose a largo plazo en una mejor calidad educativa, y no sólo
para lograr los más altos puntajes de la zona.
Cuando decimos que la
evaluación es dinámica, hacemos referencia a que a través de la evaluación se
deciden las acciones a seguir por parte de todos los involucrados en el proceso
educativo (alumnos, maestros, padres y toda la comunidad escolar) para
favorecer el logro de aprendizajes en los alumnos. Integrando así la
participación de todos y haciéndolos co-responsables en el proceso de formación
de los alumnos.
Evaluar, requiere de
creatividad por parte del docente para crear otras estrategias e instrumentos
de evaluación además de los propuestos por la RIEB, por eso decimos que la
evaluación es un proceso creativo; ya que demanda el poner en práctica propuestas
de evaluación diferentes, acordes con las necesidades de los alumnos y del
grupo. El intercambio entre profesores de esas propuestas implica el uso de
redes sociales en las que cambiemos estrategias, para aprovechar también el uso
de las tecnologías de la información y la comunicación.
Tanto en la evaluación
diagnóstica, formativa y sumativa es necesaria cada vez una mayor y mejor
interacción entre los alumnos y el maestro; ya que es importante que ambos
puedan intercambiar valoraciones con respecto a la forma en que los docentes
facilitan el aprendizaje y la manera en que los alumnos aprenden y lo que
logran aprender en los distintos momentos del proceso educativo.
En la evaluación diagnóstica
una participación activa por parte de los alumnos en las diversas actividades
que se realicen es importante; ya que al iniciar el ciclo escolar los maestros
requerimos conocer los intereses, necesidades, características de los alumnos y
del contexto en el que se desarrollan para así proponer objetivos de aprendizaje
y estrategias de trabajo.
La evaluación formativa
invita tanto a maestros como a alumnos a interactuar constantemente; ya que a
través del intercambio de observaciones, comentarios y opiniones sobre las
acciones que cada integrante del grupo está llevando a cabo, se pueden
identificar distintos elementos que favorecen u obstaculizan el aprendizaje y
que un sólo miembro del grupo no podría percibir.
En la evaluación sumativa
detectar, identificar y valorar el logro de los aprendizajes por parte de los
alumnos posibilita el que el maestro pueda realizar los ajustes necesarios para
fortalecer el aprendizaje.
Evaluar
permite separar la fantasía de la realidad, hace posible a los docentes,
alumnos, padres, autoridades e institución educativa ver lo que verdaderamente
lograron, lo que en realidad pueden resolver los alumnos haciendo uso de sus
competencias, lo que realmente logró el maestro o la institución. Nos aleja de
lo que “creemos que hicimos o logramos” y pone ante nuestros ojos, como si
fuera una radiografía, aquello que no vemos o identificamos a simple vista.
Para
hacer entender a otros la importancia de evaluar es necesario involucrarlos en
ese proceso. El alumno se autoevalúa, evalúa a sus compañeros y a su maestro. El maestro hace su autoevaluación, evalúa a sus alumnos y
a sus compañeros. Lo mismo debería lograrse con los demás actores que
intervienen en el ámbito educativo.
Si
verdaderamente se logrará la participación responsable y activa de todos en la
evaluación consideramos que se le daría la importancia necesaria a ésta. La
información proporcionada a través de estas evaluaciones posibilitaría la toma
de decisiones para introducir medidas de reconocimiento o de corrección, a
partir de lo real.
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